La yerba mate contiene xantina y teophylina, dos alcaloides que se destacan por sus usos terapéuticos. La xantina en la yerba mate se llama “mateína” y provee una suave relajación de los músculos. Este es uno de los motivos por los cuales el mate es un buen dilatador de los bronquios. La mateína también estimula al sistema nervioso central sin crear hábito ni adicción, lo que la diferencia de la cafeína. Además, actúa como un diurético suave y relaja los conductos sanguíneos, lo que contribuye a reducir la presión y a mejorar la actividad psicomotora sin efectos nocivos posteriores, tales como el insomnio y la irritabilidad.
El mate ofrece una rica composición química y, como estimulante natural, favorece la actividad mental y física. Además, el mate es rico en vitaminas del tipo B y facilita el ingreso de azúcar en músculos y nervios. Por su parte, las vitaminas C y E actúan en las fibras del organismo y funcionan como defensa natural. A su vez, las sales minerales actúan como vaso dilatador, ayudando en el trabajo cardiovascular y la circulación de la sangre. El efecto del mate como estimulante del sistema digestivo es bien conocido. El mate activa los movimientos peristálticos y facilita la digestión, lo que resulta muy útil para combatir el estreñimiento y estimular el movimiento normal de los intestinos.
En definitiva, el aporte de la yerba va más allá de la energía y de la vitalidad. El mate no solo ayuda a aumentar la concentración y la resistencia al sedentarismo, sino que también contribuye a disminuir la ansiedad y el nerviosismo, y hasta mejora estados de ánimo, incluso en casos de depresión. No es casual que la ronda de amigos con la que se suele acompañar al mate guarde estrecha relación con todos estos efectos.